Camino del Salvador. De la Pulchra Leonina a la Sancta Ovetensis. La Montaña Leonesa.
Mis amigos peregrinos de Granada.Araceli y Antonio Clavijo |
De Cascantes rumbo norte, por el entono de Crispín se bordea la Central Térmica para seguir por entre zonas abiertas hasta poder atravesar de nuevo el Bernesga y allegarse a La Robla que es uno de esos pueblos históricos entre la meseta y montaña leonesa, al cual la industrialización y la minería, lo esculpió a gusto y capricho haciendo de él un pueblón sin muchos atractivos.
Camino ya de núcleo urbano tenemos la Ermita de La Celada, en cuyo emplazamiento se registró en su momento un hospital de peregrinos y donde se encuentra la imagen de Nuestra Señora de Celada, y debió ser un edifico viejo, en el que debió de estar iglesia de esta aldea, lego se construyó encima la ermita, en el siglo XIV, suplantado por otro más actual que se data del siglo XIV, aunque encima tiene varias reformas, como todo edificio religioso que se preste, y que en su momento dependió del monasterio de Carbajal de las Leguas., aunque tambien consta que dependió del monasterio de San Pelayo de Oviedo, pues en el siglo XIII hubo donación a San Pelayo por parte de su abadesa María González de Gordón (1330)
Ermita de la Celada |
Albergue actual de La Robla |
En la época del Catastro de Ensenada, en 1753, estaba dotado de solamente una cama y carecía de rentas. Su edificio fue el único de este tipo conservado hasta la década de los sesenta con el nombre de «Casa de los Pobres». Este era de reducidas dimensiones y una sola planta, de factura muy similar a las casas rústicas tradicionales de la comarca.
El Encañau |
La Robla se abandona tomando la carretera que va al norte, paralela a la carretera Nª-630, y al río Bernesga, y a cuyo paso nos daremos de frente con el acueducto de El Encañao, que si no es por la placa uno ni se entera, menos mal que el patricio Jovellanos nos lo significó en sus Diarios, como una obra importante que «se estaba construyendo en abril de 1795» y que ayudaba a pasar el agua entre Puente de Alba y Alceo, y se cree que dicho paso ya venía de la época romana.
Un poco más allá se pasa por el entorno del
puente del Alba que sirvió durante años de portazgo y a su merced creció el
pueblo que estuvo vinculado a la parroquia de Santa Colomba y a la ermita de
san Torcuato de Peredilla, en dicho enclave debió de haber otro modesto
monasterio.
Cruzado el puente el camino nos lleva al
pueblo, ubicado ya en tierras gordonesas: Peredilla del Camino como la denomina
en sus Diarios el tribuno Jovellanos. Al cruzar la aldea ya se nos
muestra un urbanismo que nos deja notar que nos acercamos a la montaña leonesa.
ERMITA DE BUEN SUCESO.
A la salida de Peredilla del Camino, se vira
a la izquierda para entrar por debajo de un puente, lo que nos lleva a un
camino de servicio de la Renfe, cruzando de esta manera el lugar de La Vega y
quedar al término de esta travesía, ante en la hermosa ermita del Buen Suceso,
fruto de esa dislocación entre situar el templo en un sitio y las fuerzas
llamémosles telúricas pues optan por otro, esa es la leyenda vinculada a esta
majestuosa ermita.
Una
edificación la actual que descansa sobre otro templo anterior del siglo X
marcando la frontera e Alba y Gordón en el trazado de la vía romana que unía
las villas Legio Séptima Gemina y la Lucus Asturum.
Un edificio que se empezó en 1766 y que casi
cien años más tarde sufrió una profunda reforma que es la que se nos muestra,
con su pórtico de tres arcos y buena espadaña, en definitiva, una edificación
de un matizado estilo barroco, con guiños jacobeos, cuyo sello podemos adivinar
a través de las representaciones de las diversas conchas que salpican las
paredes del templo, el cual se tiene como un santuario de gran atracción
popular en toda la zona, al igual que la imagen de la Inmaculada que data de
1766, pequeña estatuilla de madera policromada.
Aunque su edificación es moderna, tanto su asentamiento responde a épocas más antiguas, frente a la portada principal se encuentra la Casa de las Novenas, que en su día fue un activo «albergue y hospital de peregrinos y desamparados».
Como dice el maestro Polledo, si la gazuza
aprieta, digamos que este es el mejor lugar para darse un descanso y probar,
bien el menú de la casa o las tortillas del restaurante Buen Suceso,
pues solo podremos manducar bien aquí, o en Pola de Gordón.
POLA DE GORDÓN.,
Se deja el santuario de Buen Suceso,
siguiendo durante unos metros por el margen de la carretera Nª-630, para
desviarnos hacia el pueblo de Nocedo de Gordón, que presenta una notable iglesia
rural del siglo XIX.
El camino no entra en el pueblo, sino que
ante él se va a la derecha hacia una gran vega camino del estrechamiento de
Sierras Negras del Cajal y la Sierra del Picón, los cuales dejan paso a la Nª
630, a la vía de la Renfe y Ave, y al río Bernesga, el Camino que desfila por
la carretera se ciñe a la Curva del Molino, entrando de ese modo en la vega de
Huergas de Gordón, cuyo núcleo queda al otro lado de todas estas
infraestructuras, perteneció en tiempos de Alfonso III a la mitra ovetense, aún
contiene la iglesia de san Martín y una ermita, la bajo la advocación de san
Mateo.
Pola de Gordón, a la cual se baja, pasando
por delante de una derruida casona lindera con la vía ferroviaria, tras lo cual
nos damos de bruces con un monolito levantado en homenaje Al Paisano, a
Horacio Fernández Inguanzo, significado maestro de escuela y socialista que
dirigió las famosas Colonias Escolares de Gordón.
Debido a la guerra civil la villa fue
destruida, y reconstruida por el programa Regiones Desvastadas, aun así,
con todo, queda aquí y allá, algún detalle histórico, pues no en vano en
tiempos de Ramiro II este territorio fue cabecera administrativa de las tierras
del Bernesga, de hecho, se hizo famoso el Portazgo de Gordón del que se tiene
constancia en 1248, del cual se recoge una curiosa cláusula: «que en Pola no se
tomasen portazgo ni exigieran gabelas a los vecinos de Oviedo».
Tal vez por haber sufrido esa devastación, y
por ser cuna de una hidalguía ganadera le quedan algunos motivos históricos y
algunos recuerdos heráldicos, algunos de los cuales se encuentran ubicados en
los laterales del Ayuntamiento, pudiendo ver al paso alguna que otra casona de ladrillo
visto de gran talla, cosa típica en la meseta castellana, así como algún otro
edificio de estilo Indiano, y poco más se puede hallar en tan digno
núcleo que será en el último pueblo en el que nos podremos abastecer hasta
llegar a Campomanes o a Pola de Lena.
Como núcleo asentado en las trazas peregrinas, contó con un hospital del que se tiene constancia en 1750, del que se recoge en un informe que «solo sirve para recoger peregrinos y enfermos» disponía de casa y un prado, siendo atendido por un hospitalero, el resto, las comidas y demás era algo que los peregrinos debían procurarse por sí mismos. La iglesia bajo la advocación de Santa María de la Asunción es del siglo XVII, pero tras el período bélico, fue arrasada, es lo que motiva que lo que estamos viendo es un nuevo templo de mediados del siglo XX.
Iglesia de Beberino |
BEBERINO.
Una vez se cruza hacia el polígono, nos
podemos acercar hasta la gasolinera que preside la zona, en cuya tienda son
notables el buen pan y los embutidos y quesos de la zona, viandas ideales para
realizar la travesía hacia Pola de Lena y máxime sabiendo que no hay servicios
donde comprar provisiones.
Vueltos a la carretera LE-473, se cruza el
río Bernesga por el remozado puente Tornero, que tiene algunas trazas muy
antiguas, se dice que romanas, se sigue por dicho carril hasta el estirado
pueblo de Beberino, ubicado al par de otro significado río, como es el Casares.
Tales edificios eran propiedad del Monasterio
de Guadalupe, pero apenas si queda algo más que un mosaico en una fachada que
representa a la Virgen extremeña y en cuya leyenda se puede leer NIGRA SUM DE
GUADLUPE y un escudo de armas.
Ermita de Nuestra Señora del Valle, |
BUIZA.
La estrechez de la hoz nos deja ante una
abertura del valle en la cual se emplaza la ermita de Nuestra Señora del Valle,
(s. XVI) y perteneciente a un rústico estilo renacentista, que nos presenta un
bondadoso pórtico en el cual aposentarse unos minutos, y rememorar los tiempos
de los antiguos peregrinajes por estos predios, pues hasta el siglo XVIII este
modesto santuario contó con un hospital, el cual es de suponer que debía ser
muy modesto.
Posteriormente algunos de estos trazados fueron renovados por la ayuda, por ejemplo, del obispo de Oviedo (1512-1525), Fray Diego de Muros II, con la intención de mejorar las comunicaciones entre León y Asturias. Téngase en cuenta la vieja anécdota, creo ya contada de cuando se llevaba piedra de Salamanca para la catedral de Oviedo, se daba a los arrieros la guía de viaje, pero esta al llegar a la frontera astur leonesa, decía al «llegar a las Asturias de Oviedo fuérase por donde pudiérase».
El albergue e Buiza ubicado en lo que fueron las antiguas escuelas del pueblo, ofrecen un modesto alojamiento que bien sirve para los menesteres peregrinos de una noche antes de acometer el paso de la Cordillera.
El patricio Jovellanos le dedicó sus buenos
apuntes al pueblo, pues no en vano pasó por él en varias ocasiones, una de
ellas en 1796, en cuya fecha durmió en casa de la viuda Dª Manuela, no sabemos
sí con ella, pues nada de ello dicen los cronistas de la noticia, Carmen Piñán
y Bernardo Canga.[1]
DE BUIZA A PAJARES
Esta es la etapa culmen del recorrido, en
tanto que empiezan los tramos de montaña hasta poder culminar el paso de la
Cordillera Cantábrica por el mítico Puerto de Pajares, eso sí tras visita
obligada a la colegiata de canónigos de Arbas, que representa un importante
input en ese permanente trasiego entre las cortes y mitras leonesas y
ovetenses.
Se materializa con esta etapa un cambio de
aguas vertientes, pues una vez en Pajares se entra en una retorcida geografía
asturiana, llena de pueblos colgados de las empinadas laderas que se dejan
morir al borde de los ríos que van al mar Cantábrico.
El reto de esta etapa puede ser muy romántico
y placentero con bellas puestas de sol, con verdes y floridos valles y
cantarinas riegas, o por el contrario puede ser un tedioso purgatorio lleno de
nieblas, agua, barro, sin menospreciar la nieve, de todo nos puede pasar en
estos altos parajes fronterizos entre León y Asturias.
De hecho, desde el mismo pueblo de Buiza los viejos peregrinos contando con el aspecto climatológico, ya desde antiguo se habían buscado una variante por cotas más bajas y zonas más pobladas, para lo cual tomaron el camino de Villasimpliz donde hubo un hospital fundado y dotado en 1548 por el canónigo leonés Fabián Bayón, quien estableció que fuese atendido por u n hospitalero que residiera en el mismo, y que se diese a peregrinos, pobres y enfermos agua, fuego y sal, y se mantuviese la puerta abierta tanto de día como de noche. Además, debería tocarse la campana del hospital cuando las condiciones así lo requiriesen, para orientar a los peregrinos y ya en el valle por Villamanín poder ganar a través del Camín Real de Castilla, convertido más tarde en el eje de la Nª 630 poder ganar la colegiata de Arbas y el puerto Pajares.
Puesto que en Villamanín hubo noticia de otro hospital de características similares a las de Villasimpliz, tambiéndedicado a peregrinos, pobres y enfermos y atendido por la correspondiente cofradía y un hospitalero, igualmente obligado a residir en el edificioy atender de día y noche a los que lo necesitasen.
En tiempos de bonanza el alto paso de la
Codillera presenta variantes de envergadura hacia los valles asturianos, por
ejemplo, a través de la alta cordal de La Carisa, cuya sierra se conforma
mediante un plegamiento entre las cuencas del río Aller y el Caudal, dicha
calzada romana es un auténtico desafío por su longitud, aunque son muy pocos
los peregrinos que realizan esta alta variante. En este sentido tanto la parte
leonesa como la asturiana presentan una gran variedad de trazados peregrinos,
unos muy actuales y otros prácticamente abandonados.
Al salir del albergue de Buiza podemos contemplar la vieja estructura de un templo dedicado a san Antonio de Padua y al Santo Cristo del Amparo, ha sido datado como de finales del XVII. Edificio privado del cual queda como testigo la ciega portada con arco de medio punto, y una hornacina con remate a modo de concha con el remate de la frase «el sol ideo honor et gloria».
Este original camino se va por la izquierda
pueblo arriba, atrás van quedando las casas hidalgas de los Álvarez Quiñones o
de los Alfonso Villafañez, los cuales muestran en las portaladas de sus casonas
los blasones familiares.
El camino trepa hacia la bifurcación de Los
Canales, a la derecha veremos por donde
circula la variante de Villasimpliz que como se puede ver va más baja y
dirección noreste.
Pronto el cómodo camino de tierra y hierba va tomando altura a la vez que nos presenta su primoroso y deteriorado firme de piedra a modo de estructura de camino real, la senda se va abriendo paso por entre el roquedo ganando así las famosas Forcadas de San Antón, abriéndose paso por entre las calcáreas laderas de Peña Raya.
El trazado histórico presenta su
estructura antigua pese a los mordiscos de las escobas y los brezales, entre
los cuales sobresalen los retorcidos robledales.
Los tramos de calzada romana muestran su
estructura y concluyen tras dejar atrás los repechos más duros para concluir en
la Forcada de San Antón, punto más alto de este tramo desde el que da vista, si
la vegetación lo permite a las vertientes de Buiza y a la de Rodiezmo, en esa
proliferación de núcleos monásticos esto hace que en dichos entornos haya
tenido hueco otro pequeño y anónimo monasterio, al igual que hubo al NE de
Puente del Alba, bajo la advocación de san Cipriano, este recibiría en 1087 una
donación para los pobres: «pro luminaria aque stipenda pauperum vel colegio
fratrum».
A partir de esta significada collada el
camino se abre a modo de pista emprendiendo una bajada por una densa
repoblación de pino, el descenso busca lo fondero del valle, pero nuestro
caminar no va tan abajo, al cruzar el arroyo que baja de la Collada de
Pedrosilla, un poco más adelante tras la segunda caseta de captación de agua,
esta marca nuestro desvío.
POLADURA DE LA TERCIA.
No deja de ser curiosa la presencia de San
Martín por estos lares, (San Martín de la Tercia) lo cual corresponde a la
advocación al santo de Tours (316-397), aunque nacido en Hungría, este fue un
soldado romano de profesión y cristiano de vocación, su tumba acabó a partir
del s. IV, por convertirse en uno de los lugares de peregrinación más afamados
del continente. La presencia de este santo en las tierras peregrinas provenga
de la presencia de peregrinos, y sobre todo de origen franco, los cuales
dejaron como recuerdo en el medio rural la figura del oso, aquel que se comió
su mula de san Martín, y que luego este amansó para que hiciera las veces de
montura. Leyenda la cual quedó anexionada a otros muchos santos, con y sin osos
de por medio.
En el enclave de bifurcación, existe otro camino, el cual debían coger los arrieros, más que los peregrinos, dada la comodidad para el transporte de trajines, se trata del camino que, ante la caseta de captación de aguas, se va valle abajo por la pista abajo, pasando por el desfiladero u hoces de Rodiezmo hasta llegar a la Cruz de la Salve, donde había tradición de rezar una oración para que la travesía fuera buena.
Poladura de la Tercia, el alojamiento
peregrino está ubicado en las viejas escuelas del pueblo.
En este poblamiento se dice que hubo un
hospital anexionado a un monasterio, ¿Tal vez el de san Cipriano? y se habla de
él en estos términos de «factura medieval y traza mozárabe», el cual a su vez
se haya mentado en algunas documentaciones del siglo XIII al igual que el
hospital que se menciona como Santa María de Gemiel, y el cual cuidaban un tal
Pedro Tomás y su mujer Olalla, como tal equipamiento dependía del monasterio de
Santa María de la Vega de Oviedo. Toda esta zona dependió eclesiástica y
civilmente de Oviedo
También hubo un monasterio, el de San Cipriano, que debía ser un cenobio familiar, pues no se hayan restos documentales ni se sabe que tuvieran scriptorium, se cree que con sus restos se levantó la iglesia parroquial, pero con la destrucción durante la guerra civil, al intervenir el programa Regiones Desvastadas, los diversos elementos como «canecillos que incluían motivos alegóricos: conchas, cabezas, panes, cubos o figuras geométricas…, durante las obras de reforma del tejado y la espadaña desaparecieron todos los modillones y otras marcas y relieves de piedra existentes en la fachada».
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