Beato de Liébana y Eterio de Osma en la Corte del rey Mauregato en Santianes de Pravia
Ilustración
53 Territorio de Pravia
La
Corte regia de Santianes de Pravia. El abad Beato de Liebana y Eterio Obispo de
Osma.
El día 25 de noviembre de 785 amaneció
resplandeciente, dejando asomar por unas horas unos buenos rayos de sol, que marcaron
la entrada de Asturias en la esfera internacional, aunque las crónicas
permanecieran mudas, y esos rayos hicieron, si cabe, la profesión como monja y
abadesa de Adosinda un acto solemne y de especial transcendencia, ya que, en parte
puso punto final, al periplo de una mujer como Adosinda, y daba entrada por
primera vez a una mujer de la corte regia de Asturias en los muros
conventuales, para regocijo de unos, y enfado de otros.
Pero así eran las cosas de los godos o visigodos
astures, lo que demostraba que las cosas estaban cambiando, Silo había sido un
rey “indígena”; una descendiente de Pelayo y Alfonso I había facilitado el
cambio de la corte regia a Pravia, y donde ahora reinaba el hijastro de Alfonso
I.
Ilustración 54 Nave de la Iglesia de Santianes de Pravia
La ceremonia de la entrada en el claustro fue llevada
a cabo por tres monjes de gran prestigio como eran: Fidel abad del monasterio
de Santianes, y uno de los asesores de palacio de Mauregato; Eterio como obispo
de Osma, insertado al igual que Beato en el monasterio de San Martín de Turieno,
donde se cree que era abad.
Estas situación nos abre un amplio abanico de
reflexiones, puesto que además del propio acto de la exreina, este será el momento
cuando, tanto Eterio como el propio Beato, entren en la escena política y
religiosa de Asturias, aunque las crónicas históricas permanecen mudas y no nos
aclaran, por ejemplo, acerca de la inclinación de unos y otros sobre la
realidad que se daba en esos momentos en Pravia, pues hay quien expone que la
llegada de Beato a la nueva corte obedecía a su lealtad con Adosinda y por
consiguiente con la entronización su sobrino Alfonso, a la vez que se le
presenta como defensor de una cierta ortodoxia cristiana, aunque no cabe duda
que su postura y argumentación será lo que lo que sirva de enlace con la corte
de Carlomagno, y su alter ego en asuntos religiosos, como era otro notable
monje: Alcuino de York.
Por otro lado, hay quien se inclina a pensar que Beato
y Eterio reforzaron el bando de los defensores de Mauregato, el rey despreciado
por la historia, y esto lo realizan en base a la supuesta redacción de himno O
dei Verbum, dado su cariz de composición laudatoria hacia Mauregato
Sin duda, Beato se había desplazado dada la invitación
para asistir a un acto como era la toma de hábito de una noble como Adosinda,
lo cual debía de revestir toda solemnidad y de relevancia posible, aunque tanto
Beato como Eterio, fueran ignorantes de que ese preciso momento, se enzarzarían
en un complejo y proceloso mundo de realidades políticas y religiosas las
cuales tendrían su origen entre el monasterio de Turieno y sus desarrollo en la
modesta corte regia praviana, lo cual traspasará durante lustros la realidad
asturiana y la de la propia Hispania, involucrando al imperio franco en estas
realidades teológicas revestidas de importantes matices políticos.
La Toma de hábito de la ex reina yviuda Adosinda
Los tres monjes
se pasaron unas hora debatiendo como llevar adelante la toma de hábitos de la ex
reina Adosinda, algo excepcional en la corte e iglesia asturiana, tenían claras
las referencias sobre la profesión de los monjes, en general muy sencilla, pero
actuar ante la importante entrada de una noble ya era otro cantar, pues además
Adosinda que ya estaba desde hacía dias en el seno de las nuevas dependencias
monacales en el monasterio de San Juan, que pasaba a ser dúplice, concluidos
tales adecuamientos que habían arrancado una vez muerto el rey Silo y tomada la
decisión regia de que la descendiente de la vieja estirpe visigoda tomara los
hábitos,
Ahora ocupaba un ala del monasterio junto a algunas de
sus siervas que con ella entraban en el claustro.
Comenzaron los monjes con una ceremonia sencilla
cantando el himno de bienvenida en nombre de la trinidad: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, llegada ante ellos la propia Adosinda, como de las dos siervas
que profesaban junto a ella, más dos damas cortesanas que también tomaban los
hábitos, los cuales fueron bendecidos por los celebrantes.
Luego las postulantes fueron revestidas con los nuevos
ropajes, fuera de los ojos de los presentes, incluso de los del rey Mauregato,
sentado en el amplio trono situado a un lado del altar, se las revistió entre
tules y gasas, tras lo cual iniciaron la oración de bendición y la cantata de un
salmo, tras lo cual se ciñó a las nuevas monjas con el cinturón o cíngulo en
nombre de la trinidad, y proceder a bendecir a las monjas postradas en el suelo.
Fueron acompañadas las nuevas monjas hasta sus
aposentos monacales, entrando los asistentes para entonar unas letanías, y
pasar al refectorio donde se agasajaba a los familiares, cortesanos, clérigos y
monjes.
El encuentro de rey Mauregato y los monjes lebaniegos: Beato y Eterio.
Tras los saludos de cortesía y los cambios de impresiones
todos se refugiaron en sus aposentos, al día siguiente era la toma de hábitos
de la viuda de Silo, o sea el martes 26 d noviembre del 785, a primera hora el
rey con sus consejeros y cortesanos daba audiencia a los notables monjes Beato
de Liebana y al obispo Eterio de Osma, ya que de su pluma había salido un
importante libro: Comentarios al Apocalipsis de San Juan, y era
considerado como un alter ego de la iglesia asturiana, y un asesor en materia
religiosa, al cual el rey hacía tiempo que no veía, pues no había estado
presente en sus coronación, tal vez había quedado, como otros muchos ,
expectantes para ver lo que acontecía en la línea sucesoria a la regia corona
asturiana.
Texto que había logrado Beato, le había encumbrado y
nadie se explicaba como de un apartado monasterio como el de Turieno, podía
salir un libro tan bello y tan interesante, este lo había compuesto el
scriptorium de San Martín bajo la batuta de Beato y lo había realizado mediante
la técnica del «zurcido de diversos pasajes los Padres de la Iglesia», pero en
esto consiste precisamente la técnica literaria empleada, en un «zurcido
textual», que puede validarse con el apelativo latino deconsarcinatio y
que fue técnica literaria al uso en la época. El mérito consistía precisamente
en conferir coherencia y unidad a la catena, a la secuencia de citas
concatenadas en el plano literario, y en hacerlo, tal y como reconoce el autor
del Comentario, ensamblando los argumentos de autoridad, brotados
secularmente de las plumas de los Padres de la Iglesia, para conferir a la obra
la solvencia que persigue en el plano doctrinal».[1]
La Sala de Audiencias estaba abarrotada de cortesanos
y clérigos, y estaba claro que no sería una sesión privada, y Mauregato tenía
el semblante duro cuando abrió la sesión, saludó a los presentes, y tras la
presentaciones, solicitó al abad Fidel que leyera un carta recibida hacia unas
semanas desde el arzobispado de Toledo, enviada por su titular desde hacía dos
años, un tal Elipando primado toledano, supeditado a los emires de Córdoba, y
tal vez esa era el motivo de hacer comparecer a Beato y su discípulo Eterio
ante la corte.
Ahora en tiempos de la presencia musulmana en
Hispania, y debido al trato entre cristianos y musulmanes, volvían a darse ciertos
planteamientos teológicos que estaban en la línea de la herejía, como podían
ser los movimientos sabelianos o megecianos, lo cual coincidirá con los
mandatos arzobispales de Cixila y Elipando que se vieron obligados a combatir
tales ideas en torno al 780. Incluso el papa Adriano I, secundado por Wilcario,
arzobispo de Sens, envió al recién nombrado obispo Egila, probablemente
un hispano-godo, a Hispania, con el fin de promover una reforma, vinculada a
Roma.
El combate contra el migecianismo fue apoyado por Elipando,
pero, sin embargo, Migecio logró poner de su lado a Egila, lo que resultó en
la Carta a Migecio, donde Elipando combate su herejía. Elipando no
estaba en esas tesis, pero aun no negando el dogma de la Santísima
Trinidad, es decir, creía que el Hijo era eterno como el Padre y que junto con
el Espíritu Santo formaban una sola persona. El problema para Elipando es que
el Hijo había sido engendrado por una mujer, por cuyo motivo Jesús no podía
tener una «naturaleza» divina, sino solamente humana. Así que la única
alternativa que cabía era que el Padre lo hubiera adoptado como
su propio Hijo. Su razonamiento enlazaba con la reflexiones cristológicas de
autores de la época visigoda como Julián de Toledo, Fidel de
Asturias, los obispos Ascárico y Félix de Urgel.
En esas estamos, cuando Fidel, abad de Santianes,
acudió al rey con la misiva que le había enviado Elipando, poniendo en solfa el
tema antes expuesto y declarando como contrarios a Beato y a Eterio, dado que
estos habían realizado diversos escritos en contra de las tesis mantenidas por
Elipando, incluso contra su persona y dignidad.
Ilustración 55 Elipando de Toledo
El abad Fidel, que se entiende tenía cercanía con el
primado de Toledo, comienza a una seña de Mauregato a leer la carta, que hoy no
parece completa, pero que deja a las claras el tema en cuestión:
Carta de Elipando a Fidel abad de
Santianes de Pravia
«Quien no confesare que Jesucristo es hijo adoptivo en
su humanidad, y no adoptivo en su divinidad, es un hereje y debe ser eliminado.
Arrancad el mal de esta tierra (1 Cor 5,13). No me preguntan, sino que quieren
enseñar, porque son siervos del Anticristo. Envío la carta del señor obispo
Ascárico a tu fraternidad, queridísimo Fidel, para que conozcas cuán grande es
la soberbia de los siervos de Cristo la humildad, y cuán grande es la soberbia
en los discípulos del Anticristo.
Como el señor Ascárico quiso escribirme estas letras
no con la arrogancia del que enseña, sino con el deseo de preguntar, por eso la
verdadera humildad le instruyo. En cambio, éstos, llevándome la
contraria o tratándome como un ignorante, o pretendieron preguntarme sino
enseñarme qué era lo ortodoxo. Y Dios sabe que, aunque hubiesen escrito de
forma insolente, yo agradecido debería obedecer si hubiesen dicho cosas verdaderas,
recordando lo que está escrito: «Si la revelación la tiene un joven, cállese el
anciano». Y también: «Está cerca de Dios aquel que sabe callar ante la razón»
Pero nunca se ha oído que los lebaniegos hayan
enseñado a los de Toledo. Todo el mundo sabe que esta sede brilló por sus
santas doctrinas desde el mismo inicio de la fe y que nunca fue origen de cisma
alguno. ¿Y ahora una oveja sarnosa pretende ser nuestro maestro?
Sin embargo, no quise comunicar estas cosas a nuestros
restantes hermanos, antes de que sea cortado de raíz allí donde surgió
semejante mal. Porque sería para mí una ignominia si esta afrenta se llega a
escuchar en la jurisdicción toledana, que yo y mis restantes hermanos que hace
tiempo juzgamos en las tierras de Sevilla y, con la ayuda de Dios, corregimos
la herejía de los migecia tanto en lo referente a las fiestas de la Pascua como
en sus restantes errores, ahora por el contrario encuentren éstos de qué
acusarnos. Y si se actúa sin vigor y no son corregidos por vosotros, se lo
comunicaría a los hermanos y sería para vosotros ignominioso si éstos le
reprendieran, estando entre vosotros.
Instruya correctamente vuestra fraternidad a nuestro
adolescente hermano Eterio, alimentado todavía con leche y que aún no ha
llegado a la firmeza del conocimiento perfecto, porque no se ha alimentado con
maestros óptimos, sino con ignorantes y cismáticos, a saber, Félix y Beato,
llamados así por antífrasis, iguales en virtud y semejantes en el error.
Bonoso y Beato están condenados por el mismo error.
Aquél creyó que era hijo adoptivo de la madre y no propiamente engendrado del
Padre antes de los siglos, ni encarnado. Este le cree engendrado del Padre y no
adoptivo temporalmente de la madre. ¿A quién podré compararlo sino al maniqueo
Fausto? Fausto condenó a los patriarcas y a los profetas, éste condena a los
doctores antiguos y modernos. Te ruego que, encendidos por el fuego de la fe,
os inflaméis de tal vehemencia, que eliminéis de entre vosotros dicho error. De
la misma manera que el Señor por medio de sus siervos erradicó de la región de
la Bética la herejía migeciana, así también por medio de vosotros arranque
totalmente de la región de Asturias la herejía Beatiana.
Pero como he oído que ha aparecido entre vosotros el
precursor del Anticristo, el que anuncia que ha nacido ya, te ruego que le
preguntes dónde o cómo o cuándo nació. El espíritu mentiroso de los profetas,
que habla en él, nos debe mantener alerta.
¿Acaso no son
lobos los que os dicen: «Creed que Jesucristo es hijo adoptivo, y el que no
crea así, sea eliminado; y el obispo metropolitano y el príncipe de la tierra eliminen
en una lucha conjunta los cismas de los herejes, uno con la espada de la
palabra, ¿y el otro castigando con la vara del poder civil?».
Explicaciones de los monjes
lebaniegos.
Concluida la lectura, el auditorio se quedó mudo e interrogaban a los lebaniegos con sus miradas, eso es lo que tanto se temía Beato que su primer escrito contra Elipando no solo hubiera llegado a todas partes, sino que además hubiera tenido repercusiones ya tantas repercusión en el seno de los monasterios como en la propia corte.
El rey pidió enérgicamente explicaciones a los
lebaniegos, dirigiéndose al mayor de ellos, o sea a Beato para que le explicara
aquello que tanto había molestado al arzobispo metropolitano, y con el que
menos quería verse implicado Mauregato, el cual requería explicaciones no solo
sobre el la materia en si mismas, sino también sobre las posturas de ambos
bandos, y sobre aquello que habían hecho los monjes lebaniegos, y bajo que
potestad.
A Beato no les gustaba nada aquella audiencia
semipública y ante la petición de rey de que se explicar, este balbució que se
le daba mejor escribir que hablar, y comenzó por explicarle al rey que aquello
era más bien una polémica sobre el adopcionismo, que era tanto, como decir que «éste
[Jesús] es al mismo tiempo Hijo de Dios y del hombre, hijo adoptivo en sus
humanidad, y no adoptivo en su divinidad, y que por ello redimió al mundo», en definitiva,
se ponía en solfa la divinidad de Jesucristo.
Según el estudioso Fernández Conde «El panfleto
teológico de Beato y Eterio parece constituir una especie de
manifiesto de la iglesia cántabro-astur que se afirma y se aísla frente a la
mozárabe y especialmente frente a Toledo, más tolerante con los musulmanes, y
el celo misionero y tolerante de Elipando y de otros obispos de AI-Andalus
encubría seguramente la preocupación por frenar los movimientos centrífugos de
las iglesias tanto del Noroeste como de la Marca Hispánica, que mermaban la
influencia del metropolitano de Toledo.»
Esta sucinta síntesis será de sobra para entender lo
que estaba sucediendo, pues no es posible traer aquí todo el repertorio de
cruces de cartas y embajadas que este tema suscitó: tres cartas del papa
Adriano a Eguila y dos a los obispos hispanos; Cartas de Elipando a Migecio, a
los obispos hispanos, carta a los obispos europeos y a Carlomagno a Fidel; dos
cartas de Alcuino de York a Félix de Urgel, una de ellas a propósito del libro
Siete libros contra Félix de Urgel y así hasta otras casi 15 o 16 cartas más en
un entretenido cruce de correspondencia, amén de las embajadas entre astures y
francos en tiempos de Carlomagno.
De este tipo de cruces de información, acuerdos y regalos se dieron mediante las tres embajadas que hubo, o de las que están documentadas: la 1ª en el 795 una legación astur visita la corte de Luis hijo de Carlomagno, asentado en Toulouse y responsable de los asuntos de Hispania, a donde acudieron tal vez pidiendo ayuda, puesto que los muslimes había arrasado un año antes Oviedo, y donde trajeron el acuerdo de combatir juntos a Hixan ; luego hubo otra embajada, la 2ª en el 797 a la cual acuden Fruela, que repetía misión, y que irá acompañado de Basilisco, nuevo teólogo antiadopcionista inserto en la corte asturiana, y cuya legación fue recibida por Carlomagno en Herstal, y donde consta la famosa entrega del tienda de campaña del general Abd al-Karim, capturada en la campaña del año anterior (796).
En el otoño de 798 se envió una 3ª embajada a
Carlomagno, encabezada por el mismo Fruela y acompañado del ya habitual
Basilisco. Además de las noticias del éxito logrado, depositaron en Aquisgrán
espléndidos trofeos acreditativos de su victoria, y entregaron al emperador
varios moros cautivos.
Al año siguiente, 799, Carlomagno envió a Alfonso II a
un tal Jonás, futuro obispo de Orleans. Se supone que informaría a Alfonso II
de las medidas que estaban tomando sobre la herejía de Adopcionismo.
Ese mismo año parece ser que un monje, un tal Vicente enviado
por Beato de Liébana, se entrevistó con Alcuino en San Martín de Tours. No
mucho después viajó a Asturias el nuevo obispo de Tours, Teodulfo, de origen
hispano, se especula que indicando a Alfonso II a romper con la jerarquía
eclesiástica de Toledo.
La polémica suscitada entre el presbiter de Liébana y
el metropolitano de Toledo, y el tinglado que posteriormente hubo de cruces de
cartas entre unos y otros, no parece haber tenido gran eco en la corte de
Mauregato, lo cual era muy reciente, pero tampoco en tiempo de Alfonso II, ya
que no hay apenas intervenciones reales, ni mención de los reyes en los textos
de la querella, que se ciñó al campo teológico dirimido por el poder eclesiástico.
Ilustración 56 Alcuino de York
En todo caso Carlomagno se permitió el lujo de
convocar un concilio 794 y presentarse como emperador poniendo fin a una grave
herejía. No obstante, la querella beneficiaba indirectamente al Reino de Oviedo
al manifestar su independencia frente a Toledo, dado que le tema del
adopcionismo ponía n serio problema a los francos en sus relaciones con el
papado y en linea en lo que estaba proyectando la Carlomagno y su reforma de
iglesia carolingia., por ejemplo, las jurisdicciones metropolitanas quedaban bajo
el gobierno de un arzobispo, alcanzaban a todo el territorio y los obispos
ordenaban la vida de los clérigos. Se impuso, asimismo, la uniformidad en la
recepción de los sacramentos y la moral personal y comunitaria, en suma, la
transformación de la estructura eclesial en toda regla, lo cual ponía patas
arriba el tema de la organización eclesial asturiana.
Volviendo a la corte praviana, Beato fue seriamente amonestado
por el rey, pues sin su permiso y conocimiento, este había puesto en jaque na
delicada situación política con Toledo, que en esos momentos era un aliado con
los territorios de la spania musulmana, y gracias al escrito de Beato,
este había soliviantado al arzobispo de Toledo, pues en el fondo la
controversia le hacía perder influencia dentro del área que manejaba la iglesia
toledana, como primada de Hispania, la cual se consideraba como un reservorio
de ortodoxia y saber teológico., y por tanto el adopcionismo se puede entender
como un caballo de troya que desintegró los posibles acuerdos de los que se
podía partir para reconocerse, partiendo por ejemplo del legado cultural de la
iglesia hispana en diversas materias.
Por otra parte, el haber metido de pies y manos en la
ecuación a Carlomagno y a la iglesia franca, ya en tiempos de Alfonso II fue lo
que le permitió desfragmentar las influencias hispanas presentándola como una
iglesia que sostenía graves errores dogmáticos como el tema del adopcionismo
que implicaba de lleno a la cristología que defendía el Papado, y dado que
Carlomagno se consideraba en la obligación de defender a la iglesia , con la
obligación de extender el reino de Dios y velar por la seguridad del Papa y
defender la ortodoxia, pues actuaba en función de sus intereses.[2]
Esos peligros lo previa Mauregato cuyo enemigo a tener
a raya eran lo muslimes, cuya tarea la facilitaban cuestiones, tan diversas como
los cauces familiares, o un cierto acercamiento y sumisión a los dictados de la
iglesia toledana, y todo eso ahora estaba en llamas gracias a los escritos de
Beato, por eso Mauregato estaba que trinaba con los monjes lebaniegos, a los
cuales tenía fuera de su mano, y no tenía noticia cierta de lo que pudiera
estar sucediendo en los variados monasterios de la Asturias trasmontana, dad o
además el predicamento de Beato en la zona, de cuya posible profundidad era
desconocedor.
Lo que no sabía el rey Mauregato, y Beato y Eterio se
lo callaron, es que sus moyeras y zurrones, los lebaniego, estaban cociendo a
fuego lento, incluso antes de salir de Turieno el pergeñar una contestación al
arzobispo Elipando, la cual resultaría demoledora, y que sería conocida como el
Apologético.
Aunque esto pertenece a otra serie de entregas,
pertenecientes al regreso de Beato y Eterio por el Camino de los Francos a
Liebana, en cuyo transcurso viajero irían poniendo en claro sus ideas,
una vez hablado con algunos abades de los monasterios que tendrían al paso,
para una vez en el scriptorium de Turieno, poner por escrito sus ideas y darlo
a conocer en toda su dimensión.
Calmando las iras del rey Mauregato.
Ante la
reprimenda del rey y los cortesanos, el propio Fidel le recomendaba a Beato de
Liébana que escribiera algo que calmase al monarca, y tras un par de noches de
insomnio fue dándole vueltas a la confección de un posible himno, que empezó
titulando como O Dei Verbum, sería parte de un oficio divino de rito
mozárabe para la festividad de Santiago Apóstol, en el cual ensalzaba de
la figura de Santiago, a la vez que le había un guiño al rey, tanto en lo
relativo al acercamiento a la sociedad mozárabe que representaba el propio Elipando
y con el cual quería empatar Mauregato.
Cierto es, que se ha puesto en solfa la autoría de
Beato con relación a este himno, cuyo texto se ha ensalzado hasta la saciedad como
la piedra angular de Santiago como futuro patrón de España, y alter ego del
germen de los Caminos de Santiago, al dar presentar al Apóstol Santiago como «cabeza
refulgente de España, nuestro protector y patrono nacional».
Con este texto lo que trataba Beato era de ganar
tiempo y gozar de la libertad necesaria para poder defender sus posiciones
teológicas muy a la contra de la iglesia de spania representada por el
arzobispo de Toledo, en la cual se integraba pese a su autonomía la iglesia
asturiana, por lo cual era imprescindible y necesario calmar las iras de
Mauregato, y que mejor hacerlo con ese himno que escondía un acróstico de esta
naturaleza «Oh rey de Reyes, escucha al piadoso rey Mauregato y protegele
con tu amor»,
Y falta le hacía al bueno de Mauregato, pues la
historia lo pintó solo, sin hijos, con la falsa cruz de la entrega de las cien
doncellas a los muslimes, etc, y seguro que apaciguó las iras del rey medio
moro,
Todo este
desarrollo se va a enmarcar en una época que está por llegar donde la mayoría
de los referentes que participaron en la polémica teológica no llegarán a
conocer el desenlace del proceso, pues Elipando fallecería en el 805, Carlomagno
en el 814, Alcuino de York 804, será precisamente por su mano como se establece
la muerte de Beato, y será mediante una carta que ya no tiene constatación, y que
se data, según aproximaciones de diversos autores, entre los años 797 y 800, y
en la cual en esa fecha Beato, ya hubiera fallecido, aunque algunos autores
datan el deceso en el 796, por lo tanto no sabemos si el monje lebaniego vivió
la parusía del cambio de siglo.
De hecho Beato vivía convencido del inminente fin del mundo,
motivo entre otros , más que probable por el cual se había alejado de la corte asturiana
y volviendo su mirada al monasterio de San Martín de Turieno que le había
acogido y donde se acababa de trasladar el cuerpo del santo obispo de Toribio de
Astorga, († 476), famoso por haber recibido del papa León I Magno, según el
Legendario Asturicense, el encargo de erradicar los focos de priscilianismo
que aún subsistían en el noroeste de la Península.
Siguiendo con la famosa polémica adopcionista, sin
querer hacer spoiler alguno, creo que es más que posible que las cartas que fue
escribiendo Elipando, como la Carta a los obispos de las Galias, ya no
llegasen a las manos de Beato, aunque por otro lado ignoramos los escritos de los
que habla Elipando, sobre que el monje lebaniego andaba escribiendo a todos los
lados sobre la conversión de Carlomagno debido a su quehacer.
En esa carta las Galias y en otras cuantas es cuando
Elipando califica a Beato de nefando presbítero de Asturias, pseudo cristino y
pseudo profeta de una doctrina pestilente […] anti frástico, boca maloliente y
cerdo cebado de cuyos perniles cuelga el tocino de Nabuzaradán […]
anatematizamos al antífrasis Beato, entregado a la lascivia de la carne y al
onagro eterio doctor en bestias que predican que el Hijo de Dios, según su
condición de servidumbre humana, no poseyó la adopción de la carne».
Pero todo eso, como digo está por llegar e impactar de
lleno en como un torpedo en la base de la monarquía asturiana ya en tiempos de
Alfonso II, cuando ya el eclipse de Beato, tras el Apolegético, era una
evidencia.
Y desde luego la audiencia con Mauregato y sus
cortesanos los monjes lebanenses no parece que sirviera de mucho a raíz que
poco despues Mauregato se verá casi en la carrera final hacia su muerte con la
publicación del Apologeticvm Adversvs Elipandvm
Victor Guerra
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