Los Caminos de Beato de Liébana. De la Puebla de Soberrón al monasterio de Santiago de Caravia.
De la Puebla de Soberrón al Monasterio de Caravia.,
Decía el investigador Robert Plötz, que escribió su tesis sobre la visión política el reino asturiano que «No obstante, la historia de un itinerario, de un camino, tiende a desarrollarse paralelamente con la evolución socio-histórica de la sociedad humana dentro de la relación espacio/tiempo. Partimos en lo relativo al “Camino de Santiago” de los tiempos históricos, es decir: de los tiempos cuando los caminos fijaron su trayectoria y los itinerarios llegaron a ser conocidos».
Dicho investigador fue una pena que dejara de lado las «rutas primitivas que unieron la capital Oviedo con los demás lugares importantes del reino, entre de los cuales, a partir del descubrimiento de la tumba apostólica, se encuentra también la villa Beati Jacobi», pues a buen seguro que, de seguir por esos pagos, hoy tendríamos otra historia jacobea muy distinta
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De nuevo al camino de los San Salvadores
Ya sabemos que, en Celorio, no se sabía muy bien lo que había y lo que pudieran encontrarse los viajeros lebaniegos, amén de un castro que la reina Velasquita (Bermudo II) había cedido o donó a la iglesia de Oviedo por un documento del agosto del 1006, y se sabe también, de una venta en el año 1112, en el cual se cita al abad de Celorio, y poco más, teniendo en cuenta que lo relativo a estas donaciones, ha habido mucha falsedad.
En todo caso, nuestros modernos viajeros y peregrinos, sí es que se acercan al complejo religioso actual, lo único que podrán ver desde lejos es parte de la vieja construcción románica, más allá de la torre cuadrada y algunos elementos aislados,
Peo bueno quedamos a salvo porque lo nuevos peregrinos no necesitan tanto auxilio material y espiritual como antes, por tanto, todos estos lugares, como pudiera ser Tina, San Emeterio o San Acisclo de Pendueles quedan lejos de las trazas andariegas, y por tanto como que interesan poco, poco además para entenderlas pues por ejemplo hay que haber leido algo sobre el arte románico y hoy nuestros peregrinos estan a otras cosas.
Ilustración 1 Monasterio de San Antolín de Bedón
Volviendo al camino costero, los monjes venidos de Liébana pocas cosas podían contemplar durante su travesía por la rasa costera, pues pocas cosas había para la contemplación pues las referencias religiosas de Posada y Nueva de Llanes, se datan como aparecidas años más tarde.
Lo que si hicieron dichos monjes fue visitar el cenobio de San Antolín de Bedón[1] donde parece ser hubo un monasterio del tipo familiar, pues parece ser que la fecha de fundación del monasterio es cuando menos de 1025, aunque de esa época queda solamente la iglesia envuelta en una leyenda atribuida a un conde llamado don Munio o Muñazán.
Algunos historiadores citan que el cenobio de Bedón fue parte de una fundación monacal que debió quedar ceñida a la iglesia y una granja, ya se sabe muchas de estos cenobios levantados por los señores de la guerra, volvían su cara Dios, y tras la terminación de las luchas, levantaban dichos cenobios, en parte por la mística religiosa de la época y porque se velara por la salvación de sus alamas , pero tambien, para poner a salvo sus propiedades, reunidas bajo las apariencias legislativas religiosas, y de paso pescar algunas donaciones, herencias y demás.
En todo caso, hago parada y fonda para Beato Eterio, Cosmén y demás siervos en Bedón y aunque la etapa no es que fuera larga, pero sí que en Bedón quisieron sus paternidades darse un baño de pies, en la mar oceana cantábrica, lo cual, para Eterio, fue toda una epopeya, aunque este prefirió andar por el río anexo, que le parecía más seguro.
La Etapa hacia el Sella
Despues de la pronta comida partió el grupo de Bedón con la idea de llegar a la márgenes del río Sella, que como todo gran río presentaba grandes problemas de cruce a falta de un buen puente, aunque es de suponer que estaban las maromas o cuerdas más allá de la desembocadura, o sea colocadas en tiempos benignos se ponían en los vados de Llovio.
Lo cierto es que este viaje no presentaba mucho problema de recorrido, y por tanto rehusaron el préstamo de alguien que los acompañara dado lo menguado de la comunidad de Bedón.
El trasiego por la rasa costera salvadoreña les ofrecía poca cosa, pues las múltiples capillas como la de Santa Eulalia o Santa Rita o la de San Vicente, San Antonio, Santa Rita que salpican los pueblos de Villahormes, Cardoso u Ovio, ni existían, y menos aún tales poblamientos. Sí que existían grandes extensiones boscosas a lo largo de las cuales se fue estableciendo una amplia senda que se pue imponiendo mediante el paso de toso tipo de gentes, y como por el trasiego de peregrinos, primero hacia San Salvador y luego hacia Santiago.
Pero eso Beato no lo sabía, por mucho que en su mente bullera la cuestión de dedicarle a su rey, el tal Mauregato, al que la historia siempre ha tratado bastante mal, un himno en el cual saliera a refulgir la figura de Santiago apóstol, lo cual luego se tradujo en el O Dei Verbum.
Al seguir la famosa Vía Agripa, esta los llevó hasta la cercana desembocadura del río Guadamía, cruzando las tierras de La Pesa y Llames, debiendo cruzar por donde hoy se sitúa el Puente del Camino Real, que de aquella sería un paso de cuerda o vado.
En todo caso se acercaron al borde de la mar para ver otro de los famosos bramadorios a los cuales, ya en Tina el abad Adulfo los llevó a oírlos, pero ahora tenían la ocasión de ver sus bocanadas salir de por entre el peñasco.
O sea, nos solo bufidos, sino también vapores de agua y arenas, que a punto estuvieron de llevarse a Cosmén encandilado como estaba en poder verle de cerca las fauces a tan extraños animales, o lo que fuera aquello, pese a los requerimientos de Beato y los miedos del joven Obispo Eterio, casi que se quedan si los siervos y las espantadas acémilas, que estaban un tanto intranquilas.
En ese recorrido peregrino que siglos más tarde se va a conformar, primero debido al paso desde los primigenios peregrinos salvadoreños, aquellos que el profesor Plözt llamaba rutas antiguas, aquel otro que terminaría instalándose en diverso territorios hispanos, y que se conocería bajo de naturaleza jacobea, que desde luego en su paso hacia Santianes, ni Beato ni Eterio verían, y de cuyo recorrido nos puede hablar largo y tendido Xurde Morán.[2]
Al día siguiente, uno de los monjes del pequeño monasterio, sin mucha prisa y tras un tazón de leche y buena miel y sabrosas castañas asadas y cocidas, los llevó hacia la vera del río Sella, al lugar de Llovio.
O por el contrario, seguían por la rasa costera, pues había interés por parte de Beato en conocer algunos lugares de referencia, como eran los monasterios que se había abierto a la par de la vieja vía romana conocida como Agripa, la cual sabía que venía jalonada por diversas advocaciones dedicadas a San Salvador, e incluso de algunas otras dedicadas a San Martín de Tours y que venían acompañando a la aparición de monasterios e iglesias.[3]
Por tanto, se decidieron por seguir por él seno de la franja costera hacia el enclave del Valle de Dios para lo cual a par de la orilla de del Sella cruzarían a la otra orilla del gran río, por el paso de Omedina, camino de la aldea de Cuevas, en cuyo poblamiento siglos más tarde se entronaría una ermita dedicada al señor Santiago.
Pasarían por la gran cavidad de Cuevas para subir luego por los lugares de Nocéu hasta la atalaya de San Salvador de Moro o Moru, ubicada en las tierras alta de Leces.
San Salvador de Moro, es un extraño templo que los historiadores remiten a un origen que plasman en una fábrica del siglo XII, con posteriores ampliaciones a lo largo de los siglos XI y XV.
Se tiene constancia de que esta parroquia ya existía en enero del año 1176, fecha en que el rey Fernando II dio al Obispo de Oviedo D. Rodrigo y a su iglesia el Monasterio de Caravia con todas sus pertenencias, entre las que figuran tierras pertenecientes a la Iglesia de Moro.
El Museo Arqueológico Provincial de Oviedo guarda piezas románicas del s. XIII traídas de esta iglesia: las dos impostas con figuras humanas, la serie de tres capiteles dobles donde unas pequeñas y muy expresivas cabezas humanas sobresalen de los ángulos, y la ménsula con representación de dos cuadrúpedos se caracterizan por una factura muy tosca.
Una iglesia muy destruida, yo la ví no hace tanto, en pura ruina, aunque en tal enclave no sabemos lo que pudieron contemplar las paternidades lebaniegas,
El actual viajero si tiene la oportunidad de penetrar entre los muros de la nave y la espadaña (añadida en el s. XIX), se encontrará con un arco de triunfo apuntado que separa la nave del ábside que ha permitido mantener parte de la bóveda de crucería, que aún hoy soportan restos de las pinturas murales del siglo XVI, estas muestran diversas escenas bíblicas lo cual constituyen una de las mayores superficies de pintura mural de Asturias (unos 260 metros cuadrados), llegando a bautizarla como la Capilla Sixtina de Moru.
De Moru pasaron los lebaniegos por la zona de El Carmen a San Esteban de Lece, viejo lugar que Ordoño II donó en el 921 a la sede eclesial ovetense, y cuya iglesia ya es citada en 1059 en un documento del monasterio de San Pelayo,
Hoy los viajeros, con un poco de suerte pueden ver no solo la nueva iglesia de Lece, sino también la Torre de los Ruiz Junco (XV). Y punto de paso importante de los peregrinos jacobeos, pues en dicho lugar se haya un albergue municipal..
Ilustración 4 Albergue de San Esteban de Lece
Tras un medio yantar a la sombra de lo que fuera en ese momento el enclave de San Esteban de Lece, saludaron al señor de estas tierras, para proseguir ahora por una intricada rasa costera llena de espinos y matorrales, donde antiguamente el Camino Real se adentraba por el municipio, partiendo del arenal de Moris, siguiendo por los de Beciella y la Espasa pasando por el arenal de Beciella, donde desemboca el río de los Romeros, hasta concluir ante el [4] el monasterio de Caravia.
Si Tina es, o fue un lugar mágico, esta zona de Caravia, se ve salpicada por la mítica presencia de los famosos monjes guerreros, los templarios y si bien Bellmunt y Canella los había situado como escoltas de la imagen de la Virgen “negra” románica de Tina, a modo de dos estatuillas, también Martínez Marina los situaba en Caravia sosteniendo un alberguería para peregrinos y caminantes.
Y aquí dejamos descansar a nuestros monjes y su siervos antes de devolverles de nuevo al camino en busca del Valle de Dios.
Victor Guerra
Podcast UN BUEN DIA PARA VIAJAR
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_San_Antol%C3%ADn_de_Bed%C3%B3n.
[2] https://xurdemoran.blogspot.com/2017/04/los-acantilados-del-infiernu-al-norte.html
[3] San Martín de Tours (Sanctus Martinus Turonensis en latín), o San Martín de Loba (Sabaria, Panonia; actual Szombathely, Hungría, 316-Candes, actual Candes-Saint-Martin, Francia, 397), fue un obispo católico de Tours elevado a santo y patrono de numerosas localidades. Nacido en Panonia (en Europa central), se convirtió al cristianismo a una temprana edad. Se hizo soldado en la caballería romana en la Galia, pero abandonó el servicio militar en algún momento antes del año 361, cuando se convirtió en discípulo de Hilario de Poitiers, estableciendo el monasterio en Ligugé. Fue consagrado como Obispo de Caesarodunum (antiguo nombre de Tours) en 371. Como obispo, fue importante en la supresión de los restos de la religión galorromana, si bien se opuso a la persecución violenta contra la secta ascética priscilianista https://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_de_Tours
Desde el siglo vi la iconografía presentaba a san Martín de pie partiendo la capa con el pobre; su conversión a caballero victorioso se produjo mediante la representación del santo a caballo y con espada, como militar, a partir del siglo xi o xii
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Caravia
[5] Dichos monasterios disponían, en virtud de sus reglas, de hospederías para toda clase de romeros y por estas razones los peregrinos que se dirigían a Compostela encontraban en este concejo todas las atenciones que necesitaban en su peregrinación hacia Santiago. La referencia tanto a los monasterios de Santiago apóstol de Gobiendes o Gaudentes450 y de Santa María de la Isla, como a las parroquias y lugares de La Llera, Pernús, San Juan de la Duz, Caravia, etc. aparecen en la donación del rey Ordoño II concedida a la iglesia de Oviedo el 8 de agosto del año 921
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